En 1832, Tudó parece convencer a Godoy de que lo mejor que pueden hacer para librarse del acoso de Fernando VII es dejar Roma y trasladarse a París.Dos años después, en 1834, Tudó regresa a Madrid, al parecer, con el objetivo de rehabilitar la imagen política de Godoy y recuperar los bienes confiscados por Fernando VII, muerto aquel mismo año.Pepita podría haber sido ya amante de Godoy en el momento en que los cuadros fueron encargados, y se sabe con certeza que fue este el primer propietario de las obras (en 1808 aparecen registradas entre sus bienes como Gitanas).Será el también francés Charles Yriarte (Goya: sa biographie, les fresques, les toiles, les tapisseries, les eaux-fortes et le catalogue de l'oeuvre; 1867) quien primero alerte sobre la total desemejanza entre ambas mujeres, teniendo en cuenta, además, que, cuando Goya pintó La maja desnuda hacia 1800, María Teresa tenía ya casi cuarenta años y estaba muy enferma; y que, cuando terminó La maja vestida hacia 1805, ya había muerto.Como destaca Artur Lundkvist en su obra,[11] tanto la «maja» desnuda como la vestida presentan dos particularidades morfológicas que las hacen, sin duda, claramente reconocibles: la excesiva separación entre los pechos (canal intermamario demasiado ancho y consiguiente deformación, sobre todo, del izquierdo) y la anormal desproporción entre el talle y la longitud de las piernas, más cortas de lo que correspondería conforme al primero: María Teresa, por el contrario, parece que era más «esbelta»[12] que la mayoría.Tanto es así que, cuando en 1843 se procedió al traslado de sus restos a la Sacramental de San Isidro, se descubrió que al menos un pie había sido desmembrado del resto del cuerpo, muy probablemente porque este no cabía en el ataúd.
José de Madrazo
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Retrato de doña Josefa Tudó, Condesa de Castillo Fiel
. c. 1810-1815.