José María Cao

Allí conoció al escultor José María López Rodríguez, quien le enseñó técnicas de escultura y dibujo.

La avenida Paseo Colón, cercana al puerto, lo vio ganar sus primeros dineros haciendo caricaturas a los transeúntes.

Juntos se dedicaron a la tarea de caricaturizar al gobierno, en todos los sentidos posibles, sufriendo persecuciones y prisión.

Al parecer, una caricatura del general Alberto Capdevila desencadenó el hecho, y habría que remitirse hasta casi ochenta años más tarde, con la clausura de Tía Vicenta o Hum® en la década de 1980 para encontrar un hecho parecido.

Desde allí brego por la refundación del centro Gallego de Buenos Aires, cerrado un año antes.

Al frente del El Eco de Galicia estuvo poco tiempo, vendiéndoselo a otro lucense: Castro López.

Una vez llegada a Buenos Aires, Pellicer renuncia y tomaron su lugar como directores J.S.

En 1902, fue el primer director artístico del suplemento literario de La Nación, donde aparecieron caricaturas, ilustraciones y paisajes a la pluma.

Este ciclo se completó con los «Juguetes de Actualidad» (1912), también caricaturescos, publicados en Fray Mocho.

Incursionó en la pintura y realizó varios trabajos importantes como su cuadro La Logia Lautaro —Cao masón—.

Galego universal na caricatura, escrito por Julio Neveleff y Siro López Lorenzo, en homenaje a su obra.

Caricatura de Juan Vucetich
Caricatura del paisajista Carlos Thays por Cao ( Caras y Caretas , 1901)