Es posible que hubiera tomado la dirección del mismo en torno a 1825, cuando se advierte un incremento inusual del trabajo en el taller de su suegro, a quien una enfermedad le habría apartado de la vida laboral.
En este año el taller suspendió su actividad, a pesar de que entonces tenía dos hijos que podían haberse hecho cargo de él: Manuel (22 años) y Gaspar (17 años).
Sea como fuera, años más tarde trasladó la imprenta y librería a otro local cercano, situado en el número 25 de la calle Mercaderes.
Esta estrategia también la había empleado su colega Francisco Erasun y Rada, que cambió el segundo apellido (Sengáriz) por el de su tío (Rada), al que había heredado.
La mayor actividad corresponde a 1835 con cuatro impresos, seguida de 1853 con tres, mientras que hay nueve años con uno solo.
En conclusión, la actividad impresora de José Imaz y Gadea es notablemente baja.
De todo ello se derivan impresos limpios y proporcionados tipográficamente.
Como era práctica habitual en su tiempo, los grabados se emplean en contadas ocasiones y predominan los ejecutados con tacos xilográficos que estaban realizados de forma rudimentaria.
Así sucede en los impresos devotos y los catecismos escolares en los que figuran ilustraciones acordes con el asunto que tratan: Jesús Crucificado flanqueado por María y san Juan (1832),[9] san Francisco de Asís (1835) o la Virgen del Carmen (1844).