La madre probablemente estaba emparentada con la familia Ezquerro, en cuyo taller cabe pensar que Javier Gadea aprendió el oficio de impresor y librero.
Esta no era la primogénita, pero su marido debió de parecer el más idóneo para continuar el negocio familiar, que dirigió desde 1832 hasta 1854.
Conviene tener en cuenta que en ese mismo año (1794) ya habían fallecido sus padres y puede que la herencia recibida de ellos le permitió comprar el utillaje y el fondo bibliográfico necesarios para abrir la librería.
Tras al menos diez años como librero, hacia 1804, con cincuenta años cumplidos, abrió un taller de imprenta en el número 11 de la calle Navarrería, en el mismo edificio que albergaba su vivienda y la librería.
Los trabajos se intensifican en 1820, con el restablecimiento del liberalismo, y por este motivo durante el Trienio Liberal las imprentas, amparadas por la libertad de prensa, sacan a la luz una producción insólita de carácter político, mayoritariamente hojas sueltas y folletos.
Es probable que en estas fechas, cuando Gadea había cumplido setenta años, fuera su yerno José Ambrosio Imaz quien llevara el negocio.
Tras la muerte de aquel, se haría con la propiedad y le daría nuevo impulso.
Gadea cuenta con tipos nuevos y letras capitulares ornamentadas al gusto de la época.
[7] Al año siguiente sacó la Regla de la Orden que para sus hijos Terceros Seglares instituyó San Francisco, con 296 páginas en formato dieciseisavo (10 cm).