Fue de noble familia y cercano pariente del célebre jurisconsulto don Jaime Cáncer.
Sirvió al Conde de Luna como contador, pero éste le echó con cajas destempladas.
Murió tan pobremente que hubo necesidad de costear su entierro con limosnas.
(Tardes apacibles de gustoso entretenimiento, repartidas en varios entremeses... Madrid, 1663) o Los Putos.
Desarrolla la historia del santo que se convirtió cuando estaba representado el papel de un mártir cristiano, y resulta interesante por el juego entre la ficción y la realidad, cuyas líneas divisorias llegan a confundirse en un momento dado.