Desde sus inicios examina la génesis de las normas jurídicas en los diferentes ámbitos estudio así como las construcciones sociales que produce el Derecho.
[9] Como ha señalado el escritor y crítico, Antonio Piedra, al lado de su trayectoria profesional, ha discurrido una permanente inquietud artística que, ya a principios de los ochenta, quedó plasmada en verso.
[21] Pedro Ojeda señala que es un poeta de interesante y creciente trayectoria, que abarca desde la poesía más experimental a la más comprometida social e ideológicamente, como se aprecia en títulos como La edad de hierro (2014), Incluso sin palabras (2015), Viajero inmóvil (2017) o el que hasta ahora es la obra clave para explicar su quehacer poético, El ángel de la tempestad (2018).
[24] El escritor y antropólogo Luis Díaz Viana comenta que En Javier Dámaso, preocupado por la justicia (y sobre todo la injusticia) casi más que por cualquier otra cosa, escribir es una forma directa de ajustar cuentas con el mundo.
Derecho y poesía no son actividades que estén aparte en su trayectoria.
[25] Antonio Piedra considera que Nos hemos encontrado con un creador maduro, y de sensibilidades muy ajustadas a eso que llamaba Juan Ramón Jiménez «vivir en guerra dentro de nosotros mismos».
Una poesía a caballo entre lo civil y lo existencial no admitiría preciosismos ampulosos ni excesos verbales.
Poesía esencial, desnuda, pero fundamentalmente impura, como se ha escrito sobre la obra lírica de Javier Dámaso, porque apuesta por el sentimiento, más que por la razón.
Erguida con formas desnudas, con el gusto por la palabra exacta, sin acumulación de “estorbos” como moralidades y fines monitorios.