Inquisición peruana

El Consejo Supremo de Inquisidores, presidido por Don Diego Sarmiento Valladares, aprobó la propuesta, fundamentando que son "diez los inquisidores que avalan la petición a favor de los indios nobles".Posee la siguiente frase:[4]​ Una revisión de las cifras dadas por Escandell nos indica que en sus inicios el Tribunal se dedicaba a supervisar la población europea.También resulta llamativo el alto porcentaje de procesados extranjeros, el cual supera su correspondiente participación demográfica.El bachiller Juan Bautista del Castillo fue el único limeño condenado a la pena de hoguera -en toda la historia de este Tribunal- por proposiciones contrarias a la fe, las cuales difundió por toda la ciudad en medio del escándalo público.Un análisis del cuadro siguiente nos deja en claro que, ante todo, el tribunal limeño se dedicaba a ver asuntos relativos a la moral pública o social, que comprendían el 65.83% del total de procesos.Nuevas corrientes ideológicas, con claras connotaciones políticas, se hicieron presentes llamando la atención de los monarcas y, por supuesto, del Santo Oficio.Estas corrientes liberales fueron adaptadas en las Indias, es decir, se acriollaron, para evitar la herejía manifiesta.Estos se vieron en tal situación por haber cometido delitos contra la moral, de la cual el Tribunal era celoso guardián.Recordemos que los bígamos solían dejar en total abandono material y espiritual a sus hogares.(1569-1820) En cuanto a los casos de brujería y sortilegios el Santo Oficio resultó sorprendentemente benigno para su época.
Pintura acuarela por Francisco Fierro ilustrando un individual aguantado por la Inquisición y siendo desfilado a través de las calles de Lima.