Industrialización por sustitución de importaciones
El Desarrollo Estabilizador se puede resumir como "6-6 con 2-2" ya que se caracterizó por un crecimiento de la economía mexicana del 6.6 % anual con inflación de 2.2 % y en donde la producción agrícola fue sustituida por la industrial.De esta manera consigue expandir el aparato industrial local con la consecuente disminución del desempleo y el aumento del consumo interno, suponiendo una clara estrategia de crecimiento económico.Cuando en una economía sustitutiva se ha generado la demanda de productos manufacturados, y se pueden financiar empresas manufactureras -a partir del excedente generado por el sector primario- a través del ahorro y la exportación, es posible acelerar su desarrollo por medio de la protección con la instrumentación de aranceles y cuotas.Prácticamente todos los países industrializados y en desarrollo han transitado por un esquema de protección para sus nacientes industrias manufactureras.[4] La teoría estructuralista de la ISI que se preocupa del crecimiento, la inversión, el empleo y la distribución en el largo plazo, más que de la eficiencia estática como tal, tiene también bases históricas claras.[6] Este modelo económico comenzó a aplicarse a consecuencias de las dificultades de abastecimiento que provocó la Primera Guerra Mundial, aunque su fase más intensa se produjo en el período posterior a la crisis del 29 y hasta la primera mitad de los años 1970 en Latinoamérica.Consecuentemente, los países productores de materias primas se encontraron perdiendo valor relativo de sus exportaciones contra sus importaciones y, por consiguiente, se vieron obligados a reducir sus compras de manufacturas y maquinarias, al mismo tiempo que se vieron con serias dificultades para poder cubrir las obligaciones adquiridas anteriormente.Entre las principales medidas económicas que influyeron en el desarrollo industrial, se cuenta la limitación a las importaciones, sobre todo de bienes consumo[cita requerida].A principios del siglo XIX, la economía chilena se basaba principalmente en la exportación de oro.Este era el motor que hacía de Chile un país relativamente desarrollado, aunque también presentaba una pequeña pero avanzada industria manufacturera.Buscó terminar con el déficit fiscal, controlar la inflación y fomentar la producción.Se establecieron impuestos a productos extranjeros que el país también producía, fomentando la industria nacional, y se creó COVENSA, que aseguraba la compra a los productores de salitre.[11] En el segundo gobierno de Carlos Ibáñez del Campo (1952 - 1958) se optó por dar un giro liberalizador a la economía y frenar la intervención estatal, abriendo la economía al exterior y reduciendo el gasto público, con la misión Klein-Sacks.En 1965 se marcó la tendencia a aumentar las exportaciones no tradicionales, creciendo notablemente.[16] La política cardenista se basó en implementar un modelo económico que tenía como objetivo alcanzar el crecimiento hacia el mercado interno mediante una eficiente sustitución de importaciones.Esto implicó desarrollar la demanda interna, realizar una reforma agraria e impulsar la industria nacional.[17] En el período 1952-1958 se continuó con los subsidios, las exenciones y la protección directa a las actividades e instituciones.En cambio, el déficit público que se iniciaría aquí tendría consecuencias más adelante.