En el pensamiento cristiano, la imagen de Dios que estaba presente en Adán en la creación se perdió parcialmente con la caída del hombre y que, a través del sacrificio expiatorio de Jesús en la cruz, los seres humanos pueden reunirse con Dios.La primera referencia se ubica en la narración de la creación, en Génesis 1:26-28:[1] 26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen (b'tsalmeinu), conforme a nuestra semejanza (kid'muteinu); y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.Los primeros cristianos (como Pablo de Tarso) argumentaron que las profecías del Antiguo Testamento habían preparado a los judíos para Cristo, otros argumentaron que los filósofos clásicos también allanaron el camino para la revelación cristiana de los gentiles.La filosofía una vez más tuvo un efecto significativo en la teología cristiana occidental en la Europa medieval después del redescubrimiento y traducción de textos antiguos.Paul Ricoeur, filósofo francés del siglo XX conocido por combinar la descripción fenomenológica con la hermenéutica, argumentó que no hay un significado definido del Imago Dei, o al menos que el autor de Génesis 1 «ciertamente no dominó toda la riqueza implícita de su significado».[5] Según John Collins, «desde la época de la Reforma, los académicos han reconocido que esta [la distinción imagen/semejanza] no se ajusta al texto en sí.Esta nivelación abarca efectivamente la visión sustantiva y compara a la humanidad con la presencia terrenal de Dios.En la medida en que la imagen y semejanza de Dios se transmite a través del acto de procreación, Caín y Abel proporcionan ejemplos de lo que constituye una respuesta adecuada e inadecuada a la imagen, y cómo esa imagen se actualiza o se abandona por completo.Los defensores de la visión sustantiva sostienen que el alma racional refleja lo divino.[10] Para Agustín los hombres son imago dei en sí mismos como una -razón superior- en la medida en que se enfoca en las cosas superiores y mejores (es decir, las verdades eternas e inmateriales) refleja la imagen de Dios directamente.[12] Los teólogos medievales desarrollaron la distinción entre la imagen y la semejanza de Dios establecida por Ireneo.Martín Lutero y Juan Calvino -padres de la llamada así: reforma protestante- concordaron en que algo del "Imago Dei" se perdió en la caída, sin embargo cabe recordar que ninguno de ellos estudió filosofía helenística, teología, exégesis o hermenéutica para poder opinar con autoridad académica.[14] La visión funcional interpreta la imagen de Dios como un papel en el orden creado, donde la humanidad es un rey o gobernante sobre la creación/la tierra.La arqueología descubrió muchos textos donde reyes específicos se exaltan como «imágenes» de sus respectivas deidades y gobiernan en base al mandato divino.Este punto de vista aísla y excluye a las personas con discapacidades, y algunos teólogos incluso lo utilizan para llegar a afirmar que los animales muestran más plenamente la imagen de Dios que las personas con discapacidades profundas.El concepto se basó no solo en la razón natural sino también en la lucha cristiana por la libertad, la justicia y la paz para todos.El rey había estado alienando a muchos cristianos al favorecer algunas iglesias sobre otras.[19] Moltmann entiende a los humanos como un proceso de restauración hacia el Imago Dei original dado en la creación.Un ejemplo de la importancia del cuerpo físico y el Imago Dei se puede encontrar en 2 Corintios 4:4, en el que Pablo afirma que Jesucristo, en todo su ser, «es la imagen de Dios».En resumen, para Pablo parece que ser restaurado en Cristo y heredar la imagen de Dios conduce a un cambio corporal real.Muchos teólogos desde el período patrístico hasta el presente han dependido en gran medida de una estructura aristotélica del ser humano como un «animal racional» inherente, separado de otros seres.Esto condujo a una exclusión del cuerpo y una comprensión más dualista de la imagen que se encuentra en la teología cristiana dominante.[31] Ireneo fue único por su tiempo, ya que pone mucho énfasis en la fisicalidad del cuerpo y la imagen de Dios.Para Ireneo, debido al pecado, los humanos aún requieren la salvación del Hijo, quien está en la imagen perfecta de Dios.[35] Al ver un vacío en el desarrollo de la teología occidental, los escritores modernos han comenzado a recurrir a las obras de los monjes del siglo III,[36] las madres y los padres del desierto, así como a varios sistemas gnósticos, proporcionando una visión más completa del cuerpo en el pensamiento cristiano primitivo y razones por las cuales la teología moderna debería darles cuenta.[37][38] Del mismo modo, las pensadoras feministas han llamado la atención sobre la alienación de la experiencia femenina en el pensamiento cristiano.Dicha transformación se logra mediante la mejora farmacológica, la manipulación genética, la nanotecnología, la cibernética y la simulación por computadora.Por lo tanto, la distinción entre terapia y mejora es en última instancia cuestionable cuando se abordan dilemas éticos.[45] La mejora humana ha sido objeto de fuertes críticas por parte de los cristianos; especialmente el Vaticano que condenó la mejora como «radicalmente inmoral» afirmando que los humanos no tienen pleno derecho sobre su forma biológica.En estas historias, Dios no estaba en peligro real de perder poder; sin embargo, Patrick D. Hopkins ha argumentado que, a la luz del avance tecnológico, la crítica a la arrogancia se está convirtiendo en una crítica prometeica.
Los midrashim hebreos representan la imagen de Dios en términos democráticos o universales.
Los problemas relacionados con «la caída» y el «pecado original» a menudo se convirtieron en puntos cruciales de discusión entre los teólogos cristianos que buscaban comprender la imagen de Dios.