Varios expertos, como Vence, Charles, Wellhausen y Gunkel, consideran que el texto original fue escrito en hebreo.
[2] A pesar de todo, presenta un valor histórico, pues refleja tradiciones considerablemente más antiguas.
Sin embargo, los capítulos I, II, XIII y XIV de la versión latina (y las traducciones inglesas) no provienen del libro original, sino que fueron adiciones posteriores, probablemente de autores cristianos.
[8] La parte del libro que se considera proveniente del original hebreo (capítulos III a XIV de la versión latina) puede dividirse en siete revelaciones, a las que se ha denominado Las siete visiones de Esdras.
En la primera visión, Esdras le pregunta a Dios: «¿Acaso Babilonia es mejor que Sion?».
Esdras pregunta a Dios: «Si has creado el mundo para nosotros, ¿por qué no lo poseemos como herencia?».
En la tercera visión, Uriel contesta que la felicidad solo se consigue después de muchas dificultades.
Y así, de la preocupación por su nación, Esdras se proyecta hacia una preocupación por la humanidad y le pide al ángel que explique por qué se salvarán tan pocas personas.
Dos temas doctrinales afloran en la tercera visión precisamente en el capítulo que falta en la versión latina (o laguna de 7:35-36).
«Entonces Esdras fue arrebatado y colocado al lado de quienes se parecen a él».
Los dos primeros capítulos, añadidos a la versión latina, exponen cómo Israel, por su pecado, hizo que Dios buscara otras naciones e ilustran sobre cómo recibir la salvación, la «luz perpetua», huyendo de «las sombras de este siglo», «haciendo justicia a la viuda, al huérfano, al pobre».