Basílica de San Vicente (Ávila)

Según la tradición sus cuerpos fueron depositados en un hueco de la roca, edificándose posteriormente sobre ese lugar la actual basílica (la roca sería la que se puede contemplar en la capilla derecha de la cripta).

[3]​ Tras haber quedado unos años paralizadas, las obras se retomaron a mediados del siglo XII, adquiriendo su impulso definitivo con las ayudas que concedieron los reyes Alfonso X el Sabio y Sancho IV, lo que permitió rematarlas a principios del siglo XIV.

Aunque desde esa época y hasta el siglo XIX sufrió varias reformas, éstas no alteraron sustancialmente su estilo arquitectónico.

En algunas zonas, como el altar mayor y el ábside sur, se utilizó una variedad especialmente rica en matices rojizos, denominada "arenisca sangrante".

Los pilares son de cruz griega sobre plintos cilíndricos, con semicolumnas embebidas.

La cripta está dividida en tres capillas, situadas bajo cada uno de los ábsides.

Posee cinco arquivoltas sobre las que se sitúa un alero con figuras de hombres y mujeres en extrañas actitudes.

Pero el elemento más destacado del interior de la basílica es sin duda el cenotafio (no alberga los restos, que como se ha indicado están en unas urnas en el altar mayor, sino que es un monumento funerario conmemorativo) de los santos titulares, Vicente, Sabina y Cristeta.

Vista desde el adarve de la muralla .
Fachada occidental.
Altar mayor
Capilla del ábside sur construida con arenisca sangrante .
Vista del cenotafio