En esta primera cumbre los mandatarios utilizaron su debate en definir el tipo de relación que deseaban alcanzar y los principios que regirían la Comunidad Iberoamericana de Naciones.
Fue una iniciativa conjunta de España y México,[1] y contó con el respaldo de todos los países iberoamericanos, incluido Cuba, que vivía momentos difíciles con la disolución de la Unión Soviética en ciernes, y que era el único espacio multilateral en el Cuba era aceptado.
[1] Este compromiso quedó reflejado en la declaración final: El lema de la cumbre fue “El Fuego Nuevo”.
Además, en cuanto a la vigencia del Derecho Internacional, se defendió la resolución pacífica de los conflictos y llegar a acuerdos económicos justos y equilibrados.
Finalmente, en el aspecto de la educación y la cultura, desarrollar un marco común que favorezca los intercambios culturales.