Este tipo de sistema estuvo vigente en la cultura nipona rural hasta el siglo XX.
[4] Su declive comenzó en occidente en el siglo XVIII cuando los relojes mecánicos comenzaron a ser efectivos como máquinas medidoras del tiempo,[1] en la actualidad, a comienzos del siglo XXI, es un sistema horario que se encuentra completamente en desuso.
El analema que se concibe como un método empírico es completamente demostrado en el siglo XVIII por el alemán Cristophorus Clavius.
Al fundamentarse estas horas en la división del arco diurno en doce partes iguales, es decir en un divisor de tres, su trazado se relacionaba directamente con el problema de la trisección del ángulo en la geometría clásica.
En la Edad Media se creó además una variante astrológica de este sistema temporario asignando cada hora a un planeta.
La aparición de nuevos relojes solares con el gnomon paralelo al eje terrestre que proporcionaba un sistema de horas iguales, así como la evolución a unas máquinarias más efectivas para la medida del tiempo en los Relojes solares provocó que su uso fuera decayendo.
Algunas culturas asiáticas han venido empleando este sistema horario hasta comienzos del siglo XX.
La diferencia entre suponer una recta y una curva, es mayor, cuanto más es la latitud de diseño del reloj.
Al ser la mayoría de los casos diseñados en latitudes del mediterráneo no resulta apreciable el error.
Durante este periodo medieval los relojes de horas temporarias se realizaban en la cultura musulmana.
El problema de representar las horas tempoarias en los astrolabios era que el diseño solo era válido para una latitud dada, siendo inválido en otras.