Historieta de ciencia ficción

Elmo/Larry Antoinette y Don Dixon and the Hidden Empire (1935-1941) de Carl Pfeufer/Bob Moore.

Serían las aventuras del atleta de Yale las que marcarían el género en los próximos años.

La tira diaria Jeff Hawke, también británica, de Sydney Jordan, vería la luz en 1955.

En Argentina, Héctor Germán Oesterheld escribe obras maestras como El Eternauta (1957) y Sherlock Time (1958).

En Francia, Barbarella (1962) de Jean-Claude Forest se convirtió en la primera heroína del género fantaerótico, que tuvo su esplendor en los 60 y 70.

La influencia de esta nueva ola francesa es visible ya en series españolas como 5 por Infinito (1967), Supernova (1972) o Fantasía, S. A.

Más rupturista es la efímera Aníbal 5 (1966) de Alejandro Jodorowsky y Manuel Moro.

El subgénero mecha tuvo por fin continuidad con Mazinger Z (1972) y sus secuelas creadas por Gō Nagai.

[1]​ Este auge comenzó en 1974, cuando una serie de autores franceses, entre los que destaca Moebius, lanzaron su propia revista de ciencia ficción, "Métal Hurlant", que se convirtió en un modelo a seguir, gracias a series como The Long Tomorrow (1975) o El garaje hermético (1976).

Otras obras destacadas iniciadas en 1982 fueron la italiana Martin Mystère (1982) y la estadounidense (pero realizada por británicos) Camelot 3000.

Gwendolyn 3-19-4 Give Me Liberty (1990) de Frank Miller y Dave Gibbons.

Mr. Skygack, from Mars, 1907
Una viñeta de Gli uomini verdi de 1935, una de las primeras historias de ciencia ficción de cómic italiano.