En 1881 el presidente guatemalteco Justo Rufino Barrios decide continuar con el proceso y reclama al gobierno mexicano de Porfirio Díaz los territorios de Soconusco y Chiapas que a su entender seguían perteneciendo a Guatemala, lo que en realidad dio pie a las negociaciones para un tratado de límites definitivo entre ambos estados.
Esta negociación se inició en 1882 con el arbitrio del gobierno de los EE.
[1] En sí el tratado se basó en la demarcación colonial de 1787 donde entre Yucatán y Guatemala se definía el paralelo 17°49′ N como la línea fronteriza, lo cual no fue bien recibido por los guatemaltecos; este arreglo se tomó ya que para ese momento Belice era de hecho una colonia británica, lo que impedía hacerse de ese territorio y la línea a 17° daba cierta salida diplomática al dividir a Belice entre ambos estados.
3 del mismo se establecieron los puntos tomados para delimitarlo como sigue: Este tratado dejó como una cuestión independiente y propia de cada estado los límites con la colonia de Honduras británica, hoy Belice; los trabajos efectivos de medición y delimitación no se concluyeron hasta 1902 cuando además el gobierno mexicano había definido su frontera con Belice.
[7][1] Para las negociaciones México nombró al Secretario de Relaciones Exteriores, Ignacio Mariscal y el Reino Unido a Sir Spenser St.
Estos cuatro puntos se pueden resumir como sigue:[8][1] Un anexo al artículo 3 establece además la libertad de navegación para los barcos mercantes mexicanos por la Boca Bacalar Chico y las aguas territoriales inglesas en la bahía de Chetumal.
[7] Entre ambas naciones existen algunos puntos donde se colocaron monumentos a ambos lados del río Hondo,[9] además formalmente solo existe un cruce fronterizo entre ambas naciones, ubicado sobre el río Hondo en la población de Subteniente López, México y Santa Elena, Belice.