Valparaíso, antes de ser descubierto por colonizadores españoles, era habitado por indígenas changos, que se dedicaban a la labranza y la pesca.
Como su pueblo natal era un pequeño caserío, serpenteado por arroyos y muy fértil, encontró que tenía mucha semejanza al valle descubierto, por lo que tras recibir autorización de Almagro para colocar un nombre a su gusto, pensó en el de Valparaíso.
Debido a la crueldad con la que actuaba el teniente corregidor del valle, Juan Gómez de Almagro, los naturales fueron emigrando hasta dejarlo desierto.
Logró su objetivo, pues atacó a las tripulaciones de tres buques fondeados en la bahía, que luego quemó.
Hasta esa fecha no se habían hecho más concesiones de terrenos aparte de las obtenidas por el piloto Juan Elías y el alguacil Juan Gómez en las quebradas que hasta hoy llevan sus nombres.
Ese mismo año se le confieren tierras a los padres de San Agustín.
En 1658 se le cedieron terrenos a la Orden Franciscana, en la quebrada que hoy lleva su nombre y donde erigen una iglesia.
En este mismo cerro se encontraban todos los edificios públicos, como la gobernación, la cárcel, la aduana y los cuarteles.
Manso dejó instalados en Valparaíso todos los fuertes, aumentando la cantidad de cañones, y organizó las milicias para impedir un desembarco.
La guerra entre España e Inglaterra trajo como consecuencia una gran crisis comercial en Valparaíso, habiendo comerciantes que no tenían a quien vender sus mercaderías traídas de Europa.
En la mañana del 28 de marzo, mientras el buque estadounidense Essex estaba anclado en la bahía, aparecieron en el horizonte la fragata Phoebe y la corbeta Cherub de la Marina Real británica, al mando del contraalmirante James Hillyar.
La batalla se libró en la bahía frente a la quebrada Cabritería, entre los cerros Los Placeres y Barón.
[7] El comandante del Essex, David Porter, sobrevivió al combate y siguió vinculado a Chile.
Traerían consigo más buques para aportar a la escuadra, igual que en viajes posteriores, incluso recuperando el bergantín Potrillo.
En Valparaíso permanecería como buque de emergencia la corbeta Chacabuco al mando del comandante Juan José Tortel.
La reconstrucción se realizó con un mayor arte arquitectónico, reemplazándose las antiguas viviendas y bodegas por construcciones de mejor aspecto.
La tripulación de la Esmeralda se repuso del abordaje inesperado y logró rechazar a los nuevos abordadores.
Estos tres edificios aún se conservan, aunque solo el primero continúa en su rol de hotel.
[4] Además organizó una división de mil quinientos guardias nacionales en tres regimientos (caballería, artillería e infantería).
En Valparaíso se le cambió tripulación y salió para apresar al Orbegoso en que venía Freire, logrando su objetivo.
A raíz del siniestro se facilitó la rectificación y el ensanche de las calles que eran estrechas.
Esta vez las llamas se originaron en una cigarrería, propagándose rápidamente a las casas y bodegas colindantes.
[4] A mediados de siglo, el camino que unía Santiago con Valparaíso era la vía más importante del país.
El importante crecimiento comercial del puerto hizo necesaria una alternativa de transporte entre ambas ciudades.
A finales de siglo se añadieron líneas hasta la playa Las Torpederas y caleta Portales.
La industria del salitre impulsó aún más a la ciudad, desarrollándose gran cantidad de obras públicas y privadas.
Estos elementos aconsejaban la retirada española, pero no habían obtenido éxitos trascendentes como para considerar cumplida la represalia contra Chile.
En esos días se encontraban en la bahía una escuadra inglesa y otra estadounidense, las cuales decidieron no intervenir.
Un terraplén ubicado en Camino Cintura logró detener por un momento una parte del aluvión, aunque terminó por ceder minutos después.
En la calle de la Victoria, actual Avenida Pedro Montt, murieron familias completas al caer sus viviendas.