Para obtener un calor más intenso y uniforme, se podían integrar en los muros tubos de barro cocido (tubuli), que daban salida al humo del horno y al aire caliente que circulaba por el hipocausto, proveniente del subsuelo.
También se podían utilizar otros elementos como los tegulae mammatae por donde circulara el aire caliente.
Para las salas abovedadas, el aire caliente se hacía circular por las alturas mediante elementos curvos empotrados.
En cualquiera de los casos, se ocultaban recubriéndolos con revoco o mármol para embellecer las paredes.
Se calcula que la temperatura obtenida en las viviendas no pasaba de los 30 grados.