Estos complejos inmunes terminan luego "encajados" en vasos sanguíneos de pequeño calibre, articulaciones y glomérulos, causando una gran variedad de síntomas.
[3] Estos depósitos en los tejidos a menudo provocan una respuesta inflamatoria,[4] y pueden causar daños allí donde precipiten.
A menudo se puede utilizar microscopía inmunofluorescente para visualizar el depósito de complejos inmunes.
La agregación plaquetaria, especialmente en la microvasculatura, puede provocar la formación localizada de coágulos, conduciendo a hemorragias puntuales.
Esto tipifica la respuesta a la inyección de antígenos foráneos en cantidad suficiente para provocar la enfermedad del suero.