Guillermo lo sucedió: este fue el principio del período anglonormando en la historia de Inglaterra.
Entre 1062 y 1063 dirigió al ejército anglosajón en una exhaustiva campaña contra el último reino celta independiente de Gales, Gwynedd.
En la última contienda mató al rey de Gwynedd, Gruffydd ap Llywelyn, e incorporó su reino a Inglaterra.
De este enlace nacieron cinco hijos: Ese mismo año Haroldo se enfrentó a su hermano Tostig en Northumbria, que se había rebelado contra Eduardo, derrotándolo y obligándolo a exiliarse.
Pacificó así el reino, pero jamás se reconciliaría con su hermano a pesar de que poco después le restituyó sus tierras.
Guillermo, como primo del rey Eduardo, aspiraba a sucederle, ya que el viejo monarca no tenía hijos.
Consciente de que Haroldo era su principal rival en su futura sucesión al trono, Guillermo se negó a liberarle hasta que Haroldo jurara apoyarle en su pretensión a la Corona de Inglaterra.
Molesto profundamente con su hermano, decidió apoyar una revuelta en Northumbria que derrocó a Tostig y le sustituyó por el noble Morcar.
El hijo de este, Olaf, fue hecho prisionero y Haroldo sólo le permitió volver a su patria tras firmar una declaración en la que prometía no invadir Inglaterra jamás.
No se puede asegurar que tal hecho ocurriera realmente, y probablemente sea un añadido para reflejar el perjurio de Haroldo.
El sepulcro se ha perdido hoy en día y nadie sabe dónde reposan actualmente sus restos.
En esa época, varios historiadores intentaron recuperar el prestigio de Haroldo tratándolo como un héroe nacional.