La guerra ruso-turca de 1768-1774 fue un importante conflicto armado en el que las armas rusas vencieron en gran medida al Imperio Otomano.[3] Por su parte, Rusia se ganó el apoyo de Gran Bretaña, lo que le garantizaba un acceso sin problemas al Mar Mediterráneo, así como algunos consejeros navales.[3] Esto permitió al general Aleksandr Suvórov maniobrar sin problemas en Polonia, donde capturó Cracovia en 1768 a los sublevados y luego aplastó la rebelión en el resto del país.Mientras tanto, la flota rusa del Báltico penetró en el Mediterráneo y arribó en febrero de 1770 a Morea (sur de Grecia), donde los rusos tenían agentes secretos desde años antes, y estimuló una rebelión popular contra los turcos que, sin embargo, no se extendió al resto del país.[5] El mismo día que el almirante Alekséi Orlov derrotaba a la escuadra turca en Chesmé, el mariscal de campo Piotr Rumiántsev penetró en la Ucrania otomana y derrotó a los turcos y sus aliados tártaros en dos batallas sucesivas sobre el río Larga, tras las cuales los rusos ocuparon la mayoría de las fortalezas existentes en la región.[7] Finalizaba así el monopolio otomano sobre el mar y se abría la posibilidad a un ataque naval ruso sobre la misma Constantinopla en el futuro.
Cambios territoriales debidos al tratado. En el centro, el
Kanato de Crimea
, que se independizó. A izquierda y derecha, las tierras otomanas obtenidas por Rusia.