También se destacaron cantantes como Los Gobbi (Alfredo y Flora), que grabaron gran cantidad de discos, contribuyendo a la difusión internacional del género.
Luego de varias décadas de combinaciones musicales, líricas y culturales, ya en las dos últimas décadas del siglo XIX, el tango había dejado atrás las formas iniciales del tango antiguo (milonga campera evolucionada con toques de habanera, candombe, tango andaluz y zarzuela), y adoptaba cada vez más una definida forma original, con identidad propia, ingresando a la etapa que se conoce como la Guardia Vieja.
Para reflejar esa originalidad empezó a ser definido por los propios músicos como "tango criollo".
Coincidentemente, en la última década del siglo XIX comienzan a aparecer las partituras de tangos.
[2] Un año antes, en 1897, se había designado por primera vez al nuevo género como "tango", en la zarzuela Justicia Criolla, de Ezequiel Soria.
Con esa integración, el sonido del tango tenía un estilo saltarín y vivaz, que marcaba la flauta.
En 1910 aparece -y de ahí el nombre- la "orquesta típica criolla", denominada así por Vicente Greco, incorporando el bandoneón junto a la guitarra, la flauta y el violín.
Otras grabaciones importantes de bandoneón en esa primera época del instrumento correspondieron a Genaro Espósito y Vicente Loduca.
En 1913 hay una segunda incursión, encabezada por el pianista Celestino Ferrer con el bandoneonista Vicente Loduca y el violinista Eduardo Monelos, acompañados esta vez por una pareja de bailarines, Casimiro Aín ("el Vasquito") y su compañera Martina, que conmovieron al Viejo Continente, con una danza sensual que revolucionaba completamente los modos de bailar e incluso de relacionarse con el cuerpo y entre los géneros.
Ante públicos cada vez más numerosos, la guitarra carecía del volumen suficiente y de potencia rítmica para el baile.
Simultáneamente, el brillante y malogrado Eduardo Arolas (1892-1924), llamado "el tigre del bandoneón", muestra la potencialidad para el tango de un instrumento aún no plenamente descubierto, y que encontraría su plenitud recién en la década siguiente, con Pedro Maffia.
[22] En 1916 el inmigrante uruguayo Francisco Canaro da forma en Buenos Aires a una orquesta típica con estructura de sexteto (dos bandoneones, dos violines, piano y contrabajo) e instrumentistas de primer nivel: José Martínez (piano), Osvaldo Fresedo y Pedro Polito (bandoneones), Rafael Rinaldi (violín) y Leopoldo Thompson (contrabajo).
Esta integración establecerá la instrumentación típica del tango por décadas y será quien forme las primeras grandes orquestas.
[23] Entre sus innumerables canciones y éxitos pueden mencionarse "Madreselva" («Vieja pared del arrabal, tu sombra fue mi compañera»), "Sentimiento gaucho" («En un viejo almacén del Paseo Colón, donde van los que tienen perdida la fe») y «Se dice de mí», que años después se identificaría con Tita Merello.
Gardel revoluciona y populariza el tango, porque le aporta una voz de alta calidad a un género que ya daba excelentes compositores e instrumentistas, pero aún no había encontrado grandes cantores.
[31] Entre aquellos cantantes que dieron forma al tango canción brilló también Ignacio Corsini, el "Caballero Cantor", que irrumpió con un extraordinario éxito en 1922, cantando "Patotero sentimental" («En mi vida hubo mucha minas, pero nunca una mujer»), de Manuel Jovés y Manuel Romero.
El bandoneón, el piano, la orquesta típica de tango, la calidad del tango cantado, una danza sin equivalentes, la difusión discográfica y la aceptación internacional, estaban sentando las bases para pegar un salto de calidad que lo llevaría a una nueva etapa, la Guardia Nueva.