Hay razones para creer que puede ser identificada con una cruz-relicario de oro mencionada en fuentes antiguas como un importante regalo diplomático del papa san Gregorio Magno al rey visigodo Recaredo I.
Lo que se sabe es que en un primer momento los descubridores del tesoro y sus familias intentaron obtener dinero vendiendo en secreto gradualmente varias de las piezas encontradas, o pedazos de ellas, a diversos plateros toledanos, hasta que el rumor se extendió por Toledo y algunas personas empezaron a ser conscientes de la importancia arqueológica y artística de las piezas que se estaban vendiendo y fundiendo.
Estas personas decidieron comprar todas las que aún pudieron encontrar, restauraron en la medida de lo posible los desperfectos que se les habían ocasionado y las sacaron en secreto de España para venderlas en Francia.
Cuando eso ocurrió la prensa francesa publicó la noticia de la venta y como consecuencia de ello el asunto fue conocido por primera vez por las autoridades españolas, que hasta ese momento no sabían nada.
En cualquier caso, para ese momento unos dos tercios del tesoro ya habían sido destruidos,[3] y la mayor parte de lo que quedaba se encontraba en Francia.
[7] De idéntica manera, José Navarro los conservó junto a los restos de la cruz, y vendió el conjunto al gobierno español en 1860, negándose a proponer ningún precio, sino por lo que le quisieran dar.
En este caso, se ignora cómo podría haber sido su lado posterior, tal vez más sencillo.
La pedrería, nácares y perlas se sujetan a las placas de oro con engastes del tipo conocido como cápsula con moldura.
[13] Su característica más interesante es el hilo moldurado que rodea su contorno imitando una sucesión de bolitas.
[15] La letra alfa no está entera, sino que fue cortada en su parte inferior, como puede verse a simple vista por la interrupción del mencionado hilo moldurado que recorre todo el contorno.
Junto a él se convirtió la gran mayoría del pueblo visigodo.
El rey comunicó su decisión al papa san Gregorio Magno a través de una carta, cuyo contenido se ha conservado,[nota 2] y por ella se sabe que también le enviaba como obsequio un cáliz de oro cubierto de piedras preciosas, que sin duda debió ser una pieza extraordinaria.
[15] También se conoce por el Liber Ordinum la existencia en Toledo de una iglesia llamada de la Santa Cruz donde cada Viernes Santo se celebraba una procesión para mostrar la reliquia del Lignum Crucis.
[18] Tal como ya se ha mencionado, se cree que la gran cruz del tesoro de Guarrazar data del siglo VI y es obra de un taller externo al ámbito visigodo, posiblemente itálico.
[15] Es decir, que esas coronas, realizadas en los talleres hispano-visigóticos con posterioridad al reinado de Recaredo I, reproducen motivos decorativos tomados de una pieza más antigua, cosa que no ocurre en piezas conservadas anteriores a ese reinado.
[15] Por ello se ha sugerido que los brazos de la gran cruz podrían ser en realidad los restos de la cruz-relicario enviada por el papa san Gregorio Magno al rey Recaredo I para conmemorar su conversión al catolicismo.
[20] Este hecho parece reafirmar la hipótesis de que la gran cruz era en realidad una cruz-relicario.