Juan Gastón de Médici

El joven Juan Gastón, sensible e inteligente, se dedicó rápidamente a intereses científicos, encontrando la comprensión de su tío el cardenal Francisco María de Médici, personaje vicioso e inconformista no obstante su hábito eclesiástico, y de Giuliano Dami, un modesto servidor del marqués Ferdinando Capponi, que estará ligado al gran duque toda la vida, primero como amante, y después como cómplice de sus aventuras homosexuales.Ana María Luisa propuso el nombre de su cuñada, Ana María Francisca de Sajonia-Lauenburgo, una noble alemana, gorda y vulgar, justo aquello que no se deseaba para Juan Gastón.En 1722, cuando la Toscana se había ya convertido en un objeto de mercadeo por parte de las cortes europeas, Juan Gastón asumió por primera vez responsabilidades como regente, dada las malas condiciones del octogenario Cosme III.Al año siguiente moría Cosme III y Juan Gastón subía al trono, aunque era consciente de que su gobierno sería solo una formalidad y que el poder estaba ya en manos de las grandes potencias.Recibiéndolo en el Palacio Pitti, Juan Gastón comentó: Permitió el libre paso por su territorio y la utilización del puerto de Livorno por parte de las tropas españolas, que conquistaron Nápoles en 1734 y Sicilia en 1735.La vida cotidiana del gran duque se desarrollaba con métodos y ritmos poco dignos de la que había sido una de las cortes más refinadas y elegantes del mundo: Juan Gastón de Médici no amaba la vida mundana, no tenía ambiciones, el trabajo le pesaba y mostrarse en público era una tortura para él.Juan Gastón solía almorzar en la cama a las cinco de la tarde y cenar a las dos de la madrugada; los perros dormían con él; apestaba a tabaco y vino; solía vomitar y hacer sus necesidades en la cama e idear extravagantes novedades como el hacer entrar un burro, saltimbanquis u osos en la habitación.La admisión del candidato ruspante para el gran duque seguía siempre un ritual preciso: A Juan Gastón, por puro masoquismo, le gustaba ser insultado y vilipendiado por estos jóvenes; además, los "ruspanti" eran instruidos sobre cómo hacerlo: El gran duque no se contentaba con las injurias verbales y no desdeñaba las relaciones de grupo: algunas tardes se reunían diez o doce ruspanti, dando Juan Gastón inicio a sus perversiones: Además encontraba placer en ser robado: los ruspanti eran animados a robar los objetos de valor del gran duque para después revenderlos a los mercaderes, los cuales volvían después a revendérselos al gran duque.
Juan Gastón de Médici, último gran duque de Toscana de los Médici .