Si bien las galletas de avena son una receta tradicional de varios países europeos, especialmente de Gran Bretaña, Europa Central y Escandinavia, se cree que el origen de la popularización de este tipo de galleta se remonta a Escocia durante el siglo XIX, donde la avena era consumida en platos de diversos tipos en forma masiva.Existió una pugna entre ingleses y escoceses por el consumo de este cereal: según un texto del escritor inglés Samuel Johnson, la avena era «un grano que en Inglaterra es dado a los caballos, pero que en Escocia sirve de apoyo a su gente», a lo que los escoceses respondieron que «Inglaterra es reconocida por sus excelentes caballos, mientras que Escocia por la excelencia de sus hombres».[1] Esta anécdota es también utilizada para entender que en ciertas épocas y regiones del mundo, la avena era un alimento utilizado como forraje para animales de pastoreo y no para consumo humano.Asimismo, en un comienzo, los horneados de avena, por su alto contenido en fibra alimentaria, eran consumidos por campesinos y trabajadores de la clase obrera.[2] Una vez que se comenzaron a popularizar las versiones de masas con avena endulzadas con azúcar y en presentaciones de menores dimensiones que un pan o una torta, como parte de una repostería más refinada, se extendió su consumo a todas las clases sociales de los países donde se originaron, siendo servidas en salones de té e incluso en otros espacios destinados a las élites.