Epístola

Son interesantes las de Filóstrato, Epicuro, Juliano; es una falsificación bastante antigua la correspondencia mantenida entre San Pablo y Séneca; otro fraude largo tiempo mantenido es el de las Cartas del tirano Fálaris, que fue completamente desmontado por el filólogo inglés del siglo XVIII Richard Bentley.Allí formula ya los elementos del género: próxima al diálogo, pero más elaborada.Ningún romano, pese al cultivo asiduo del género en el Imperio, se detiene sino ocasionalmente en precisar más el género hasta el siglo IV, en que le dedica una breve preceptiva la Rhetorica de Julio Victor, que distingue cartas negotiales y familiares, y la obra anónima Excerpta Rhetorica, de entre los siglos III y IV, que distingue entre cartas públicas y privadas, religiosas o no, personales o ajenas, grandes o moderadas.La lengua en que se escriben debe adecuarse a los temas, pero en los generales debe ser el sermo cotidianus: lo recomiendan Cicerón, Séneca y Plinio: Por eso son frecuentes las irrupciones de frases o palabras en griego, las frases hechas, las máximas de carácter general, las expresiones coloquiales, los diminutivos, las expresiones parentéticas o aclaratorias, las elisiones y los anacolutos.[7]​ Las Epístolas bíblicas son la parte del Nuevo Testamento que consiste en cartas enviadas a las primeras comunidades cristianas por los apóstoles Santiago, Judas, Pedro y Juan, y también por San Pablo (las Epístolas paulinas).En el humanismo renacentista, la epístola se transformó en un género literario ensayístico, dignificado por un estilo exigente y formal, muy a menudo provisto de intención didáctica o moral.Petrarca, aislado en los siglos oscuros, escribió cartas a escritores paganos y cristianos de la Antigüedad para sentirse menos solo (a Cicerón y a San Agustín); ya en el siglo XVI, Erasmo compuso cientos de epístolas, y los humanistas españoles (Hernando del Pulgar, con sus Letras, o fray Antonio de Guevara, con sus amenas Epístolas familiares) contribuyeron también al género.Apócrifas o falsas son las contenidas en el llamado Centón epistolario del bachiller Fernán Gómez de Cibdad Real, atribuidas a un médico del siglo XV, pero compuestas en el siglo XVII.Hay que mencionar también las Cartas a Elpidio sobre la impiedad, la superstición y el fanatismo en sus relaciones con la sociedad (1836) del cubano Félix Varela.Ya en el siglo XX los ejemplos son numerosos; por su carácter oportunista y la polémica que despertó cabe recordar la Carta al General Franco de Fernando Arrabal escrita en 1971 a salvo en su exilio francés.La correspondencia literaria es el intercambio epistolar entre escritores, especialmente notable en algunos casos (Max Aub).Las cartas o epístolas que constituyen una correspondencia pueden reunirse en colecciones llamadas epistolarios; estos pueden ser de distintos tipos, según agrupen las cartas por autores, corresponsales, temas o fechas; los epistolarios más completos recogen también las epístolas que escriben los corresponsales, que a menudo son excluidos (bien porque no tienen tanta importancia, fama o calidad literaria como el autor a quien están consagradas estas colecciones, o bien porque no se ha conservado -es muy difícil que se haya conservado este tipo de literatura efímera-).