Francisco Alvarado

Pronto, sin embargo, se dedicará a combatir a los progresistas al observar la deriva de las discusiones, en las llamadas Cartas críticas del filósofo rancio, donde exhibe una gran erudición polémica no exenta de cierta capacidad de análisis y aún de cierto gracejo en su lenguaje y en su estilo, imitado de Cervantes, a quien había leído mucho, pues, además, procura aliviar los argumentos con cuentecillos y facecias, influido por las técnicas predicadoras del sermón.

Todas esas cartas fueron editadas más tarde en 1824 y 1825 en cinco tomos.

Las Cartas aristotélicas, escritas entre mayo de 1786 y noviembre de 1787, pero impresas en 1825, combaten los sistemas opuestos al escolasticismo, en especial el eclecticismo, revitalizado en el siglo XVIII por obra del médico y lógico valenciano Andrés Piquer.

En estas obras Alvarado se erigió como acérrimo adversario de toda innovación filosófica o política ilustrada, liberal, afrancesada, jansenista, masónica o librepensadora.

Por ello atacó a escritores y pensadores como Joaquín Lorenzo Villanueva, Bartolomé José Gallardo o Agustín Argüelles, quienes procuraron responder en diversos escritos a las cuestiones que suscitaba el fraile dominico, seguramente la cabeza más importante del grupo reaccionario gaditano y uno de los libelistas reaccionarios más destacados junto a Rafael de Vélez, Agustín de Castro, El Setabiense, Miguel de Lardizábal, el padre Fernando de Ceballos, José Joaquín Colón, etc.

Retrato del Francisco Alvarado O.P., el Filósofo Rancio. Grabado de Vicente Pascual publicado al frente de la Carta primera del Filósofo Rancio , Cádiz, 1813.