Durante estos años el Consejo de Castilla le confía algunas comisiones: censurar libros y periódicos, ser juez en oposiciones a cátedras y dar su opinión sobre la presunta herejía en Zaragoza del famoso P. Cádiz.
Su "Ensayo histórico-crítico" se creó originariamente para servir de prólogo a Las Partidas y trataba sobre la historia del derecho castellano hasta la Edad Media.
Sin embargo estas ideas liberales le valieron que Asturias lo eligiera diputado para las Cortes de durante el Trienio Liberal (1820-1823), provocado por la heroica rebelión contra el absolutismo fernandino de otro asturiano, Rafael del Riego, y, desde esta posición, formó parte de comisiones legislativas que, por ejemplo, dieron lugar al Código Penal (1822).
Con la vuelta del absolutismo en 1823, Martínez Marina fue exonerado del goce de su prebenda y se le señaló Zaragoza como lugar de residencia obligada y confinamiento forzoso donde halló la muerte.
A partir de su muerte la historia no encuentra un sucesor hasta muchos años después.
En la universidad española no habrá cátedras de Historia del derecho hasta 1833, año en que aparecen las primeras.
En su obra hay una clara inspiración patriótica que busca la solución a los problemas del país en la restauración de antiguas instituciones, como por ejemplo las Cortes".