Combatió en las filas realistas en las batallas de Huaqui, Tucumán y Salta a órdenes del general Pío Tristán.
Posteriormente participó también en las batallas de Vilcapugio y Ayohuma, tras las cuales fue ascendido al grado de coronel y puesto al mando del Regimiento Fernando VII.
Al caer la noche, retornó la caballería cruceña de la persecución que había realizado hasta el pueblo de Peji, ubicado a varios kilómetros del Pari, pero la batalla campal comenzaba a cesar.
Mientras se producía la guerrilla nocturna de los auxiliares, los dos comandantes -Mercado y Salazar- no lograron ponerse de acuerdo y produjeron una tregua que aprovechó Aguilera para recoger todas las armas del campo de batalla y fortalecerse esperando "la definitiva" que no se produjo.
Además sus procedimientos, a menudo brutales, han debido granjearle sólidas enemistades, agravadas sin duda por su condición de “forastero”.
Es durante su administración que la idea de la independencia (en relación a la corona española) se fue planteando con cierta nitidez, en la medida en que los bandos en pugna empiezan a tener, cada uno, un nombre: “realistas” y “patriotas”, respectivamente.
Las otras dos mitades del batallón formaron a los costados, y las reservas para contener al enemigo.
Murió fusilado poco después en Vallegrande, las cabezas de los alzados fueron expuestas en la plaza local.