La llegada del ferrocarril a Valladolid supuso un gran impulso económico para la ciudad y puso fin a un periodo de decadencia que se remontaba a principios del siglo XVII cuando el Duque de Lerma trasladó definitivamente la capital del Imperio español en el año 1606.
Se celebraron exposiciones en reconocimiento de Isabel II y a su Gobierno, en especial al presidente del Consejo de Ministros, Juan Bravo Murillo.
El remate fue adjudicado a la firma Crédito Mobiliario Francés considerada como el mejor postor por la Real orden del 23 de febrero.
Tras la adjudicación del ferrocarril llegó una carta particular remitida desde Madrid por el alcalde 3º, José Fernández Sierra, en la que se avisaba que la inauguración de las obras tendría efecto el 19 de marzo y que contaría con la presencia del presidente del Consejo de Ministros, el General Espartero, Duque de la Victoria.
Poco después de la colocación de la primera piedra se sucedieron importantes revueltas debidos a la subida de los precios del pan; se incendiaron varias casas, prolongándose los disturbios durante varios días.
La construcción de las líneas de alta velocidad desde Madrid y hacia Venta de Baños en ancho internacional, pero manteniendo el tráfico convencional en ancho ibérico, junto al by-pass para mercancías han configurado un esquema ferroviario relativamente complejo en a ciudad.