Ejerció como abogado del Duque de Béjar.
Allí también se convertiría en juez administrador de bienes confiscados por dicho tribunal religioso.
Llegó a ser alcalde mayor de la ciudad.
En España ya le había sido remitida su designación como consultor de la Inquisición para Chile.
Se remitió desde entonces a seguir escrupulosamente los dictados del jesuita Luis de Valdivia, cuya política de guerra defensiva con los mapuches había sido apadrinada por la corona: Siguiendo los dictados del jesuita Luis de Valdivia, y pese al escepticismo de los militares españoles, se liberaron a todos los prisioneros mapuches, incluido el toqui Pelantaro, a quién Alonso de Ribera siempre se había negado a excarcelar.