La expedición fue liderada por Étienne Marchand (1755-1793), un capitán naval francés, nacido en La Ciotat, que comandaba Le Solide, un barco fletado por los hermanos Jean y David Baux.
Este comercio se había iniciado durante el último viaje del explorador británico.
Cuando Étienne Marchand llegó a Marsella estaba buscando inversores para lanzarse en la aventura de la piel.
Al día siguiente llegó a la vista de una isla que no figuraba en ningún mapa.
Al día siguiente, Marchand también decidió ir él mismo a tierra, esta vez en la bahía de Hakahetau.
Después de Ua Pou, descubrió las otras islas del grupo norte de las islas Marquesas, Nuku Hiva, Ua Huka, Hatu Iti, Eiao y Hatutu.
Pero el verano estaba demasiado avanzado y decidió, cerca de Sitka, no ir más al norte.
El cirujano Roblet observó signos de viruela en la población, que en los últimos años había establecido contactos con los rusos —que se estaban implantando poco a poco en Alaska— y con otros marinos occidentales.
Descubrió que otros barcos occidentales también habían llegado como él para vender sus pieles.
Entre ellos, Joseph Ingraham, a quien sin saberlo, había seguido en muchas partes del Pacífico.
Pero la situación que Marchand descubrió era incluso peor que la de Macao: la Revolución había derivado hacia El Terror, y un cargamento de pieles, bienes destinados a los ciudadanos nobles o adineradas, no era bien visto.
Los hermanos Baux, propietarios de las pieles, se las hicieron confiscar en Lyon.
El contexto internacional fue particularmente desfavorable para la empresa: demasiada competencia con otros marinos occidentales y rusos, la prohibición del comercio con los chinos, y la Revolución a su regreso a Francia...
En cuanto a la navegación, también fue un éxito, con un viaje muy rápido para la época: veinte meses, con sólo dieciséis de navegación, todo ello sin cronómetro de marina para medir la longitud.
Fleurieu, que había preparado la expedición de La Perouse, reescribió el viaje del Solide, añadiendo sus propios comentarios.