Norma Arrostito

Según cuenta sobre su personalidad Antonia Canizo (amiga íntima y compañera de militancia): "En general era coqueta; le gustaba estar bien vestida; era sencilla pero se arreglaba".

En 1966 participa junto a Amanda Peralta en acciones de apoyo a obreros portuarios en huelga y es detenida, oportunidad en que conoce en la cárcel al guerrillero Fernando Abal Medina, de quien se enamora y la acerca al cristianismo revolucionario.

En 1967 Norma Arrostito ingresa al Comando Camilo Torres, agrupación política de raíz católica dirigida por el exseminarista Juan García Elorrio, en la que conoce entre otros a Mario Firmenich y Carlos Gustavo Ramus.

En 1968 vuelven a dicho país, pero esta vez con el objetivo de recibir entrenamiento específico en la lucha armada revolucionaria.

En ese mismo año fueron ampliando el grupo integrado por aproximadamente una docena de activistas militantes peronistas -principalmente provenientes del Comando Camilo Torres-, más unos pocos colaboradores.

Cuando son individualizados sus autores, su rostro y datos personales es uno de los que aparecen en un afiche profusamente distribuidos a lo largo y ancho del país pidiendo su captura, en esa época, Arrostito era considerada en la sociedad Argentina como "la mujer guerrillera".

El 2 de diciembre de 1976, un comando operativo del Ejército Argentino, mediante un falso montaje fraguó un enfrentamiento entre fuerzas legales y una supuesta delincuente subversiva, pretendiendo hacer creer a los propios Montoneros y a la sociedad en general, que Norma Arrostito había sido abatida en el suceso.

El comunicado oficial en tal sentido fue el siguiente: Todos los medios de prensa de la época dieron gran difusión a esa información transmitida por las Fuerzas Armadas, que años después se comprobó que era falsa.

Graciela Daleo confirma:[3]​ Elisa Tokar también recuerda que no había un trato cotidiano con Norma, no la veía con frecuencia: Tokar relata cuando los represores le plantearon realizar trabajos como mano de obra esclava, tareas que no implicaban ningún tipo de colaboración con sus captores sino que iban dando algunas pocas garantías de supervivencia: En dichas circunstancias intentó sin éxito suicidarse en al menos dos oportunidades.

Ella había podido hablar dos o tres veces con "Gaby", cuando las guardias más permisivas la dejaban acercarse al "camarote".

Asimismo algunas versiones no confirmadas afirman que se habría volcado al estudio y práctica del Tarot, tal vez como recurso extremo para demorar su propia muerte mediante continuas profecías y adivinaciones que solían pedirle sus verdugos.

Dice Miguel Bonasso de ella: " se mantuvo digna y heroica durante todo su cautiverio".

Afirman que una frase característica suya, muy recordada y ratificada por varios compañeros de detención era: "¡Yo no colaboro ni me rindo!".