Ermita de San José (Torrebaja)

Por lo demás, la edificación responde al concepto de ermita, del latín "eremita", y del griego "eremites", santuario, generalmente pequeño, situado en un lugar yermo, no habitado, fuera de la población.

Lo más llamativo de la construcción es su fábrica achaparrada, unos contrafuertes laterales acrecientan el aspecto amazacotado del conjunto.

Las antiguas pinturas murales que adornaban el presbiterio y paredes laterales han desaparecido casi completamente: apenas quedan los restos de unos altos sillares y un muro almohadillado, expresión de un rústico neoclásico.

El presbiterio posee un altar exento de obra y en el retablo luce una hornacina encristalada con arcadas, donde se halla la imagen de san José, que porta al Niño Jesús en un brazo y en la mano del otro una rama florida.

Las vigas que conforman el ángulo del techo parten de la hilera central y reposan en los estribos laterales, respondiendo al estilo mudéjar aragonés tipo par-hilera, componiendo una estructura triangular sencilla y austera, pero recia.

A finales de los años cincuenta, el escritor y periodista valenciano Luis B. Lluch Garín (1957), describe su interior:

Vista frontal oriental
Detalle de banco circular frente a la ermita
Vista frontal oriental
Vista lateral septentrional