Época isabelina

En este periodo, Inglaterra vivió una fase intensa de desarrollo económico, cultural y social.

La división católica/protestante se resolvió, por un tiempo, con los Acuerdos Religiosos Isabelinos, y el Parlamento aún no era lo suficientemente fuerte como para desafiar el absolutismo real.

El único gran rival fue España, contra la cual Inglaterra se enfrentó en Europa y América en escaramuzas que desembocaron en la guerra anglo-española de 1585-1604.

Esto menguó tanto la Hacienda como la economía inglesas que habían sido tan cuidadosamente restauradas bajo la guía prudente de Isabel.

Durante este período, Inglaterra tuvo un gobierno centralizado, bien organizado y eficaz, en gran parte resultado de las reformas de Enrique VII y Enrique VIII, así como los castigos severos impuestos por Isabel contra los disidentes.

Con el Acta de Supremacía, anuló el regreso del catolicismo querido por María Tudor y consolidó la iglesia anglicana.

Durante su reinado se reforzó la potencia de la flota militar y mercantil del país: gracias a la colaboración de corsarios como sir Francis Drake, cartografió las colonias españolas, y acumuló grandes riquezas minando la hegemonía española, derrotando a la conocida como Armada Invencible en 1588.

El reinado de Isabel no solo selló la aparición de Inglaterra como gran potencia en la escena europea, sino que estuvo caracterizado por un gran desarrollo cultural y civil, que ha pasado a la historia como "época isabelina".

Isabel I de Inglaterra , la monarca que da nombre a este período.