Estas células fueron descritas inicialmente por Paul Ehrlich en 1879, y les dio el nombre de eosinófilos al observar que se teñían intensamente con ciertos colorantes ácidos como la eosina.
Además, la heterocromatina compacta está situada junto a la envoltura nuclear, mientras que la cromatina se halla en el centro del núcleo.
Son atraídos hacia los tejidos diana por diversas quimiocinas liberadas por las células inflamatorias y epiteliales.
Los eosinófilos juegan un papel de defensa del huésped frente a microorganismos no fagocitables, poseen una función citotóxica (por sus proteínas granulares), inmunoreguladora (por las citocinas que libera) y son capaces de participar en la reparación y remodelación tisular (liberando TGF-β).
Sus receptores para IgE explican su fijación a los parásitos recubiertos previamente por esta inmunoglobulina, capacitándoles para destruir sus larvas, como acontece en la esquistosomiasis o bilharziasis.