Parte es de una traducción al inglés, realizada por Leland, del manuscrito en italiano Vangelo (evangelio).
Leland ya conocía la existencia del Vangelo desde 1886, pero Maddalena no le envió un ejemplar hasta 1897.
Además del interés que suscitó entre los académicos, Aradia tuvo gran importancia también en la historia de la wicca gardneriana y su ideario porque el libro fue usado para demostrar que los ritos de brujería pagana habían sobrevivido en Europa.
Aunque el libro se suele asociar con Leland, el descubrimiento del manuscrito original es en parte atribuible a una misteriosa mujer italiana, a quien Leland y su nieta y biógrafa Elizabeth Robins Pennell llamaban "Maddalena".
Maddalena probablemente se veía como una bruja muy diestra en los antiguos ritos y afirmaba pertenecer a un antiquísimo linaje que provenía de los etruscos.
[1] Cuando ella escribía una carta a Leland, siempre firmaba con el nombre "Maddalena Talenti".
[2] Leland decía que había encontrado a Maddalena en 1886: ella se convirtió rápidamente en la principal fuente de la obra sobre folclore italiano durante los años siguientes.
Él opinaba que ella pertenecía a una antigua tradición de brujería ya desaparecida.
Leland escribió: "tras una largo aprendizaje, ella hoy sabe todo aquello que quiero y sabe como sacar información de su gente".
[3] Él recibió en total varios cientos de páginas de Maddalena, las cuales revisó y arregló para incluirlas en sus libros: Etruscan Roman Remains in Popular Tradition ("Vestigios Etruscoromanos en la tradición popular"), Legends of Florence Collected From the People ("Leyendas de Florencia recogidas del pueblo"), y por último Aradia or the Gospel of the Witches.
Organizó el texto creando quince capítulos a los que añadió un breve prefacio y un apéndice.
La versión publicada contenía además notas y extractos del texto original italiano que Leland había traducido.
El segundo capítulo describe la fiesta ritual en honor a Diana, Aradia y Caín.
Leland resume los mitos presentados en el texto al escribir: "Diana es la reina de las brujas; está asociada con Herodías (Aradia) a través de la brujería; parió al hijo de su hermano el Sol (Lucifer); como diosa lunar está relacionada con Caín que vive en la luna cautivo; las antiguas brujas eran personas oprimidas por el feudalismo que se revelaban como y cuanto podían, organizando orgías en honor a Diana, las cuales eran vistas por la Iglesia católica como un culto a Satanás".
Diana no solo es la diosa de las brujas, también es presentada como la creadora del universo entero en el tercer capítulo, dividiéndose en luz y sombra.
Los discípulos de Aradia se convirtieron en las primeras brujas y continuaron el culto a Diana.
Para Mathiesen, el resto del libro tiene su origen en otros textos recogidos por Leland gracias a Maddalena.
Leland aclara en una nota el objetivo de esa adición: Diana, representada en Aradia, es adorada por ladrones, mientras que Laverna era la diosa romana del robo.
Además dice que inesperadamente está redactada en italiano regular y no en un dialecto local.
Incluso consideraba el manuscrito como un intento de recoger "valiosos y singulares restos del folclore etrusco-romano", para evitar su desaparición.
Según el estudioso especializado en religiones Chas Clifton, esa carencia es un argumento a favor de la autenticidad del escrito ya que al parecer el texto no fue "amasado (...) para futuros compradores del libro".
Cuando Gerald Gardner más tarde afirmó que había encontrado brujas auténticas en la Inglaterra del siglo XX,[26] las obras de Michelet, Murray y Leland contribuyeron a demostrar, que esa supervivencia era ciertamente posible.
Para Chartowich, la desnudez ritual solo se basa en un error de traducción Leland, quien erróneamente añadió las palabras "en vuestros ritos".
[35] Clifton señala que Aradia influyó de forma importante en los dirigentes del movimiento neopagano durante los años 50 y 60 del siglo XX, pero posteriormente ya no aparece como libro recomendado en las listas proporcionadas a los nuevos miembros.
[36] En la nueva traducción del libro publicada en 1998, el prólogo fue redactado por el escritor wiccano Stewart Farrar, quien nuevamente enfatiza la importancia de Aradia escribiendo: "La hábil investigación realizada por Leland acerca de una tradición moribunda, significó una gran contribución para otra tradición, viva y en crecimiento".