Este dulce, conocido por varios nombres en diferentes regiones, se ha convertido en una delicia popular en muchas culturas culinarias.
[1] El dulce de molde se distingue de otros dulces como la mermelada o la jalea, por su textura suave y maleable, lo que lo convierte en una opción versátil en la repostería.
Se elabora a partir de ingredientes básicos como azúcar, frutas u hortalizas, como membrillo, batata, zapallo, durazno, guayaba, papaya, higos, manzana, etc, y a menudo se le añade pectina para lograr la consistencia deseada.
La mezcla se vierte en moldes especiales, donde adquiere su forma característica al enfriarse y solidificarse.
Su versatilidad lo convierte en un elemento esencial en la repostería de muchas culturas alrededor del mundo.