Uno de sus custodios fue el entonces subteniente Óscar R. Benavides, futuro mariscal y presidente del Perú en dos ocasiones.
Partió desde el Callao, arribando al puerto de Pisco, desde donde se adentró hacia la sierra ayacuchana.
Los rebeldes se replegaron a los cerros aledaños de Huanta, donde opusieron tenaz resistencia, pero finalmente fueron vencidos y sufrieron la más despiadada represión, que se tradujo en confiscaciones de ganado, cupos, saqueos, incendios, flagelaciones y fusilamientos.
[5] Cumplido su cometido, Parra y sus tropas regresaron a Lima en mayo de 1897.
[7] Durante su gestión se encargó de sofocar la rebelión del líder liberal Augusto Durand y sus remanentes.