[3] Además, para aumentar los beneficios que los fieles obtendrán con esta oración, quiere añadir del tesoro de la Iglesia, indulgencias.
Como Jesús explicó, la razón principal de su separación y vuelta al Padre, es los beneficios que recibirían sus discípulos con la venida del Espíritu Santo.
Por esto, tras precisar los actos de adoración y culto debidos a la Trinidad, la encíclica trata del eficaz poder del Espíritu Santo, refiriéndose en primer lugar a la Encarnación de Cristo que, aunque realizada por toda la Trinidad, se atribuye como propia al Espíritu Santo.
Inicia así el papa la última parte de la encíclica, que contiene una exhortación al trato del Espíritu Santo.
[11] Termina la encíclica acudiendo a María, esposa del Espíritu Santo, para que con su patrocinio realce nuestras oraciones y se renueven los prodigios que celebró David: Envía tu Espíritu creador, y renovarás la faz de la tierra.