Estrategia de las armas nucleares

Frente a la idea generalizada, compartida por el público y por numerosos especialistas, de que la única guerra nuclear posible es la guerra nuclear total y que esta implicaría el fin del mundo, los estados mayores de las principales potencias nucleares, teorizan con diferentes estrategias para vencer en un conflicto de estas características o al menos quedar en una posición ventajosa sin desembocar en un conflicto nuclear total.

Paradójicamente, durante toda la Guerra Fría la capacidad de destrucción mutua asegurada, incardinada en torno a la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética, mantuvo una «paz helada» por la capacidad de disuasión que este potencial acarreaba.

Surgió en plena Guerra Fría y trata sobre un eventual enfrentamiento entre dos potencias, especialmente con capacidad nuclear.

En el conflicto entre Estados Unidos y la Unión Soviética, ambas naciones luchaban por tener el poder en pequeños sitios del mundo, en probar su armamento, en la prioridad nuclear, etc.

En este caso, aunque la guerra fría culminó en 1991, la Destrucción Mutua Asegurada se sigue aplicando.

Precisamente por el riesgo del MAD (mutual assured destruction) es que EE. UU.

Debido a la creciente expansión de la Unión Soviética, pretendía detener una posible agresión soviética con armas convencionales, recurriendo a las armas nucleares como medio para neutralizar esta agresión.

Esta estrategia se mantuvo operativa mientras la Unión Soviética no dispuso de arsenal nuclear.

Posteriormente hubo de ser modificada para adaptarla a escenarios con nuevas potencias nucleares.

En ella se basó la estrategia estadounidense a partir de 1954, así como la soviética que, en 1962, propugnaba el mariscal Vasili Sokolovski.

Implica el dispararlos al recibir la señal de alerta que dan los radares avanzados o los satélites.

Las potencias nucleares de segundo orden como el Reino Unido o Francia, debido a lo limitado de su arsenal, se ven obligadas en muchos casos a utilizar estas estrategias.

Este tipo de estrategias se desarrollaron a partir de los años 1970 para ser utilizadas en organizaciones militares como la OTAN y como respuesta a escenarios muy concretos y definidos.

Hasta ahora hemos hablado de conceptos creados para las armas nucleares estratégicas, que son todas aquellas que pretenden destruir la capacidad bélica del adversario fundamentalmente en su retaguardia.

Por su menor potencia, rebajan el umbral crítico aumentando, a cambio, la credibilidad nuclear disuasoria.

Para alcanzar alguna utilidad militar, el explosivo debe ser transportado hasta su blanco mediante un medio denominado vector.

Este vector suele ser un misil, un avión o un submarino, aunque algunas armas nucleares han sido equipadas en torpedos, minas e incluso obuses.

La naturaleza de estos equipos viene determinada por el uso que pretenda darse al arma; por ejemplo, para realizar un ataque estratégico a gran escala contra un país lejano se instalarán en misiles balísticos intercontinentales, mientras que si deseamos emplearla en el campo de batalla podemos utilizar misiles de corto o medio alcance.

Es esta asimetría esencial característica de las armas nucleares lo que ha transformado la historia de la guerra y de la política internacional, convirtiendo en obsoletas las tácticas y estrategias convencionales, que unida a su capacidad para aniquilar ciudades enteras en un solo ataque, han generado una mítica bien justificada tanto entre la sociedad en general como para los expertos.

El temor a que fuera el enemigo quien alcanzara tal objetivo condujo rápidamente a tres reacciones que encontramos en las principales potencias nucleares: Si bien existieron algunas armas FOBS (sistema de bombardeo orbital fraccional) para su ubicación satelitaria, lo cierto es que la inmensa mayoría de armas nucleares se hallan desplegadas en instalaciones o vehículos terrestres, submarinos y bombarderos.

Eran conscientes de que incluso un enfrentamiento limitado causaría enormes daños, condenándoles a convertirse en países subdesarrollados dependientes del exterior para su reconstrucción.

La consiguiente paranoia colectiva condujo a estas potencias a creer que el oponente estaba constantemente maniobrando para lanzar alguna clase de ataque sorpresivo, por lo que se armaban cada vez más.

El oponente, con un grado similar de paranoia, tomaba estas acciones como indicios evidentes de la actitud hostil del primero, conduciéndole a armarse todavía más, y así sucesivamente en un círculo vicioso al que se denominó carrera armamentística.

El resultado no podía ser otro que la suma cero total, como demostraron repetidos análisis y ejercicios.

Al mismo tiempo que el SIOP, se diseña el RISOP (Red integrated special operations plan, 'plan especial de operaciones integradas del «bando rojo»').

El RISOP, por supuesto, no es sino una estimación bien fundada de los actos previstos del enemigo.

Se ha teorizado que es posible una guerra nuclear prolongada en el tiempo (protracted nuclear war), pero la opinión generalizada es que, ante la posibilidad inminente de perder las fuerzas nucleares propias, cualquier potencia optaría por lanzarlo todo.

Esto es: que la escalada desde un ataque limitado a una guerra termonuclear total MAO-4 es inevitable y muy rápida.

En este caso, la duración total del conflicto sería de escasamente 60 minutos, y por ello se le llama «la hora de las bombas» o «la hora del Armagedón».

Los blancos "blandos" —ciudades, áreas industriales, refinerías, centrales eléctricas, etc.— serían atacados con detonaciones aéreas (airburst), mientras que los "duros" (silos de misiles, instalaciones subterráneas, puertos, pistas) recibirían impactos directos a nivel de superficie (groundburst).

En 1983, EE. UU. desplegó los misiles Pershing, como el de la imagen, dentro de Europa. Eso provocaría el incidente de Able Archer 83 , el cual es considerado el punto más cercano a una guerra nuclear total de la historia.
Las pruebas nucleares se realizan, entre otras razones, para demostrar que un país es capaz técnicamente de desplegar armamento nuclear. En la imagen una prueba realizada por Estados Unidos en el Pacífico.
Los bombarderos estratégicos son una de las tres ramas de la triada, junto a submarinos nucleares y misiles intercontinentales.