Paradójicamente, durante toda la Guerra Fría la capacidad de destrucción mutua asegurada, incardinada en torno a la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética, mantuvo una «paz helada» por la capacidad de disuasión que este potencial acarreaba.
El resultado esperado es que la batalla escale al punto donde cada bando obtenga la destrucción total y asegurada del enemigo.
[3] Fue la respuesta a los postulados según los cuales un primer ataque empleando bombarderos y posteriormente submarinos nucleares podía inutilizar todas o la mayor parte de las armas nucleares enemigas.
Cabe destacar que las aserciones de la teoría solo son aplicables a Estados-nación, instituciones que no aceptan como escenario posible la autodestrucción, aun si esta implica la del adversario.
Este pulso tecnológico y económico pretendía transformar por completo la concepción de la guerra nuclear.
Una sátira de la doctrina y sus posibles consecuencias puede verse en la película de Stanley Kubrick Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb.
Sostiene además que tal sistema es, por lo tanto, prima facie inmoral y una violación de principios deonotológicos básicos.