Del padre, natural de Cantabria, no se conocen obras, pero se ha podido documentar su actividad como pintor en Madrid en las primeras décadas del siglo XVI, con un volumen de obra importante.
Al año siguiente se vio envuelto en un pleito a cuenta de dicho retablo, del que proceden las últimas noticias que han llegado del pintor.
En el Salvador bendiciendo, tabla por la que en 1569 otorgó poder para cobrar, Urbina demuestra conocer la obra de Tiziano, cuyos modelos formales sigue estrechamente, en una fecha temprana, anterior a la llegada de las obras del maestro de Cadore con destino a El Escorial, lo que ha hecho pensar en un posible viaje a Italia no confirmado documentalmente.
Consta que en 1553 los monjes del monasterio de El Parral concertaron con Urbina la policromía del retablo mayor, por lo que el pintor hubo de pasar casi dos años en Segovia, ejecutando también en ese tiempo una gran cortina pintada a grisalla que aún fue vista por Isidoro Bosarte, quien la describe como obra de «muchísimo mérito» con los pasos de la Pasión pintados del natural.
[5] No es esta cortina, sin embargo, una de las actualmente conservadas en el monasterio (aunque podría serlo algún fragmento también guardado en él), sino las que ejecutó más tarde y ya como pintor del rey en una segunda estancia en Segovia, llamado a pintar el retablo del convento de Santa Cruz la Real y sus cortinas, lo que debió de realizar entre 1563 y 1567, fechándose el último pago en 1573.
De fecha próxima son los cuatro retablos de los ángulos del claustro del monasterio de las Descalzas Reales, terminados en 1586, en los que representó, sobre tabla, el Nacimiento, la Sagrada familia con san Joaquín y santa Ana, la Oración del huerto y la Gloria.
[9] Tras este acuerdo con Becerra, que manifiesta cierta afinidad en sus concepciones estéticas, Urbina, que entonces se encontraba hacia la mitad de su carrera, se relacionó estrechamente con Alonso Sánchez Coello y el escultor Francisco Giralte, según pone de relieve la documentación conservada.
Ya en 1564 concertó con Giralte la realización del retablo mayor de la parroquial de Pozuelo, cuya ejecución se demoró notablemente pues a la muerte del escultor, en 1576, no se había concluido, tomándolo a su cargo Urbina.