Diego Hurtado de Mendoza (1417-1479)

[2]​ Mecenas de las bellas artes, patrocinó la construcción del bello castillo de Manzanares el Real e inició el proyecto del palacio del Infantado en Guadalajara.

Se dice que tenía tanta adicción a la poesía, al igual que su padre, que se las declamaba al rey Enrique IV y en ocasiones a Juan Pacheco.

Utilizó como divisa personal una tolva de molino rodeada de cuerdas y unida al mote Vanitas vanitatum et omnia vanitas (vanidad de vanidades, siempre vanidad), que alternó con otro en castellano: Dar es señorío, recibir es servidumbre.

[13]​[1]​ En su testamento, su marido le dejó el lugar de Yunquera para ella y sus hijas con la condición de que el primogénito, Íñigo, lo pudiera comprar.

[7]​ De este enlace tuvo otras dos hijas: