Dracma griega antigua

Tradicionalmente se ha derivado el término «dracma» (en griego clásico δραχμῆ) del verbo δράττω (dráttō, «empuñar, agarrar»),[1]​ con el significado, pues, de «puñado».

En el siglo V a. C. la moneda más utilizada en el mundo griego fue la tetradracma ateniense, en cuyo anverso aparecía la diosa Atenea con un casco de guerra y un mochuelo en el reverso.

Fueron ellos quienes, unos cien años después, acuñaron las primeras monedas que se produjeron en la Península Ibérica.

Pervivió hasta el siglo I a. C., tan sólo con una curiosa modificación que aún no tiene una explicación unánimemente aceptada: a finales del siglo III, la cabeza de Pegaso se convierte en una figurita humana sentada que alarga los brazos para tocarse los pies.

La unidad monetaria empleada por los árabes, el dirham, tomó su nombre de la dracma, así como el dram armenio.

Las didracmas eran equivalentes a medio siclo en Judea, que correspondía al impuesto anual del templo.

Arriba: Seis óbolos según se presentan en el Museo Numismático de Atenas , descubiertos en el Hereo de Argos .
Abajo: puñado de seis óbolos, que conforman una dracma.