Despotismo ilustrado

[3]​ A pesar de que los filósofos ilustrados criticaron la política y la sociedad de su época, no pretendieron que los cambios se dieran por la vía revolucionaria; confiaban más bien en un cambio pacífico orientado desde arriba para educar a las masas no ilustradas.

El temor a la innovación es sustituido por una creencia en la posibilidad de alcanzar un futuro mejor, no por un cambio súbito, sino por una paciente labor educativa y legislativa, para la cual se necesitaba la colaboración de los ilustrados, cuyas ideas no constituían un pensamiento meramente especulativo, sino que se convertirían en programas de gobierno y se llevarían a la práctica.

En su obra Leviathan, Thomas Hobbes contribuye a nutrir las corrientes del despotismo ilustrado, que veía al Estado como garante y tutor del pueblo que sufría un estado de minoría de edad permanente.

El poder legislativo debía estar en las asambleas parlamentarias (formadas por la aristocracia), que actuarían además como intermediarias entre el ejecutivo (monarca) y el resto de la nación.

Montesquieu fue el proclamador en el continente de las ideas políticas del filósofo inglés John Locke.

Introdujo en Francia la filosofía de Newton con una prosa fácil y brillante.

Tanto Montesquieu como Voltaire representaban la tendencia racionalista de los ilustrados, pero se produjo también una reacción de carácter naturalista, cuyo representante en Francia más destacado fue Jean-Jacques Rousseau.

La sociedad es asimismo súbdita, ya que todos tienen la obligación de obedecer estas leyes.

Esta doble función de la sociedad apela a la soberanía del pueblo, ya que no hay mayor autonomía que el seguimiento estricto de leyes impuestas por uno mismo.

Sin embargo, para el buen ejercicio de estas leyes, es necesario un gobierno que las ejecute.

Catalina II fue una gran impulsora del arte y la educación en Rusia
Thomas Hobbes
Charles Louis de Secondat , señor de la Brède y barón de Montesquieu.
François Marie Arouet (Voltaire)
Jean-Jacques Rousseau