Presionado por los navieros y la opinión pública, el gobierno español inició en agosto de 1918 conversaciones con las autoridades alemanas para obtener compensaciones sobre el tonelaje perdido por la flota nacional.
En octubre se aprobó la toma de posesión efectiva de varios buques alemanes internados en puertos españoles, equivalentes en tonelaje a las pérdidas registradas, dejando pendiente el arbitraje y la resolución definitiva en lo que se mantenía desacuerdo con Alemania.
La Aeronáutica Naval estaba interesada desde hacía tiempo en un buque portahidroaviones, como poseían armadas de otros países.
Con respecto a los hidroaviones, podía transportar doce en cubierta perfectamente estibados y hasta veinte más, con las alas plegadas, en el hangar interior.
Contaba con una cubierta de 60 m y un montacargas para subir o bajar los hidroaviones del hangar, si bien a la mayoría se les tenía que desmontar las alas para ser subidos o bajados al mismo.
Fue el primer desembarco llevado a cabo con apoyo aéreo masivo en la historia mundial.
Años más tarde, cuando este primer Dédalo ya era historia, otra unidad portaaeronaves de la Armada Española llevó el mismo nombre.