Después el productor Carlos Téllez decidió hablar con Olmos para crear la versión para la televisión; ambos ya habían trabajado antes en otras producciones.
[3] Al conseguir la historia, Téllez se comunicó con las actrices Diana Bracho, María Rubio y Rebecca Jones, para que participaran en la novela.
Esto se denota por la imagen que da Catalina ante los demás: mujer buena ante el sacerdote, mártir ante José Carlos y, sobre todas, amenazante ante sus enemigos.
De igual forma, es más fácil entender la historia, la trama y las grandes líneas escritas para esta telenovela.
Los esposos Catalina Creel (María Rubio) y Carlos Larios (Raúl Meraz) eran dueños del gigantesco consorcio farmacéutico llamado Lar-Creel.
Catalina le había hecho creer a todo el mundo que José Carlos (Gonzalo Vega), su hijo mayor (pero quien realmente es su hijastro), le había arrancado el ojo derecho con un trompo jugando cuando era niño, pero es mentira.
Para resguardar su secreto, Catalina siempre lleva un parche cubriendo su ojo derecho haciendo creer a todos que le pusieron un ojo de vidrio inmóvil tapado con una gasa y encima el parche, el cual combina con su color de ropa.
José Carlos sigue soltero, ya que es un jugador empedernido y Catalina se ha encargado de destruir sus relaciones amorosas, sobre todo una ya formalizada entre él y Paulina (Edna Bolkan), a pesar de que ella sostenía relaciones con otros hombres.
Y Alejandro está casado con Vilma (Rebecca Jones), que no puede tener hijos.
Doña Esperanza, la madrina de Leonora, pronto averigua la verdad sobre Alejandro, pero sufre una embolia que la deja postrada en un estado vegetativo.
Sin embargo, Leonora ve por la ventana acercarse a Rosalía con un revólver y consigue quitárselo dándole un golpe en la cabeza antes de escapar.
Leonora consigue llegar a México ayudada por la pareja de esposos Julio (Roberto Vander) y Elena Cifuentes (Margarita Isabel), y con sus últimas fuerzas arriba a la casa de su amigo, el Dr. Terán (Miguel Gómez Checa), donde todos celebraban las vísperas navideñas.
Casi al mismo tiempo, Mario Escudero (Jorge Fegan), el joyero de la familia, descubre a Catalina en Nueva York sin su típico parche y con un ojo completamente sano.
José Carlos es acusado de dicho crimen y arrestado, tomándole casi un año en solucionar sus problemas con la justicia.
Catalina ofrece dinero al Dr. Terán por su silencio, y le revela el lugar donde puede encontrar a Doña Esperanza.
Así, el Dr. Terán puede encargarse de que la anciana reciba un tratamiento adecuado.
También la salud de doña Esperanza ha mejorado notablemente y pronto deja la silla de ruedas al confrontar a Vilma quien queda pasmada por los alcances a los que han sido capaces Alejandro y Catalina.
Mientras huye de la escena del crimen, Catalina se encuentra con Alejandro, quien la descubre disfrazada con la gabardina y peluca rubia.
Como consecuencia, Catalina le revela a Bertha toda la verdad, incluyendo el secreto de su ojo.
Vilma siente aversión por Leonora, pues ésta aprovecha cada momento posible para estar en compañía de quien realmente es su hijo.
Poco después, Leonora entra en contacto con Bertha cuando sospecha que ésta guarda algunos secretos incómodos.
Catalina, al ser interrogada por el Comandante Luna (Wally Barrón), asegura que fue Rosalía quien asesinó a Escudero y Gutiérrez.
Poco después, Catalina descubre el paradero de Bertha, así que decide asesinarla.
Sin embargo, José Carlos consulta a Leonora al no creer esas mentiras de su esposa.
Ahora tiene una aliada llamada Lucero (Magda Karina), quien se compadeció de Bertha por las constantes lágrimas que derramaba por su abuela.
Entonces la mente de Bertha maquina una trampa, la cual consiste en que Lucero lo enamore y le saque información útil.
Ante este adverso panorama, Catalina decide asesinar a José Carlos, quien tenía previsto un viaje en la avioneta familiar junto a Leonora y el pequeño Edgar, alterando el estanque de combustible del aparato.
El inspector Suárez (Humberto Elizondo) va a por Catalina para detenerla tras obtener los testimonios de Mauricio y Bertha.
Sin embargo, Catalina mata al inspector mientras caminan cerca de la piscina: ella finge una torcedura en el tobillo para primero distraerle y después arrojarlo al agua junto a una podadora de césped encendida, muriendo electrocutado.