Se practica preferentemente en zonas rurales, en especial durante septiembre, debido a la celebración de las Fiestas Patrias.
Usualmente, los últimos jugadores tienen ventaja, pues por cada intento fallido el palo va perdiendo parte de su grasa o jabón, y se facilita más el ascenso.
[3] Quienes logran llegar a la cumbre pueden obtener diversos premios: dinero, gallinas, botellas de vino u otros.
Una vez iniciada la faena, si resbala y toca el piso, automáticamente queda descalificado, dando oportunidad a otro participante.
Sin embargo a veces se permite que tres o cuatro participantes le sirvan de «escalón humano» a un jugador adicional que trepa sobre ellos y termina luego de subir el palo culminando el resto del camino con sus propios recursos físicos.