El Cruzado Español manifestó entonces que, si reconocían a la dinastía, integristas y mellistas podían unirse al jaimismo, porque «eran ramas de un mismo tronco, del frondoso árbol de la Tradición», y los recibieron con los brazos abiertos.Si bien los cruzadistas admitían pactos electorales circunstanciales con los alfonsinos, no aceptaban una posible unión permanente con ellos en la que quedasen confundidas ambas causas.Los cruzadistas escogerían al Archiduque Carlos, sin tener en cuenta a sus hermanos mayores.En febrero de 1932 los cruzadistas enviaron a Don Alfonso Carlos una representación en la que le pedían que hiciese una declaración descartando de manera rotunda a la dinastía liberal por «usurpadora».[4] A partir de entonces, hubo ciertos enfrentamientos entre el sector escindido y el oficialista del Tradicionalismo.[6][7] En Madrid, los cruzadistas tuvieron su círculo en un piso de la calle San Bernardo, número 2.