Las dietas crudistas pueden incluir una selección de frutas, verduras, frutos secos, semillas, generalmente germinadas, huevos, pescado (incluyendo al ceviche y al sashimi), huevas de pescado como el caviar o la botarga, carne condimentada, como el carpaccio, el filete tártaro o el kibbeh nayye,[1] y productos lácteos no pasteurizados o no homogeneizados como leche cruda, queso fresco, kéfir o yogur.
Algunas legumbres y cereales, por ejemplo, requieren ser germinados o remojados durante la noche anterior para poder ser digeridos.
Tubérculos como la mandioca o la yuca contienen glucósidos cianógenos que impiden su consumo en crudo, y otros, como las patatas, aunque no son venenosos, son indigestos si no se cocinan.
Los primeros documentos sobre dietas de alimentos crudos se asocian a ermitaños y monjes que practicaban el ascetismo.
Las dietas contemporáneas a base de alimentos crudos fueron desarrolladas por primera vez en Suiza por Maximilian Bircher-Benner (1867-1939), que de joven se vio influido por el movimiento alemán de la Lebensreform, que consideraba que la civilización estaba corrompida y buscaba "volver a la naturaleza"; adoptaba la medicina holística, el nudismo, el amor libre, el ejercicio y otras actividades al aire libre, y los alimentos que consideraba más "naturales".